El caso de Caja España-Duero será uno
más, que se sumará a la larga lista de irregularidades de la banca española,
pero por desgracia también quedará como muestra de una evidente falta de
control institucional para la que se llega demasiado tarde
A lo largo de las últimas semanas la entidad Caja España-Duero ha sonado
mucho debido a que se han hecho públicas presuntas prácticas irregulares, como
varios préstamos autoconcedidos al ex-presidente de la entidad, Santos Llamas,
por 79 millones de euros. Por otro lado se sigue una causa por maniobras
contables ilegales en la concesión de préstamos hasta 9 de las cuales podrían
llegar a juicio, que se llevaron a cabo cuando el dirigente del PP Fernando
Martínez-Maillo era consejero de la caja, lo que ha dado especial relevancia al
asunto.
Entre finales de los 90 y principios de siglo en las calles de Zaragoza
empezaron a proliferar las sucursales de la castellana Caja España en un
ambicioso plan de extensión de esta entidad por todo el estado e incluso Portugal.
Eran 17 las sucursales en la provincia incluyendo Calatayud y Cuarte.
Caja España ejecutaba promociones de vivienda, concedía hipotecas y tenía
diversas líneas de crédito, línea joven, seguros o planes de pensiones, algunas
de ellas bastante atractivas, lo que atrajo a muchos aragoneses que depositaron
allí sus ahorros o bien solicitaron créditos, especialmente hipotecarios.
Pero llegó la gran crisis y las fusiones bancarias. En 2010 se produjo la
fusión de Caja España y Caja Duero, creando un ente que se llamó banco Ceiss
(Caja España de Inversiones Salamanca y Soria). Caja Duero también estaba
implantada en Aragón especialmente por la gran comunidad soriana residente en
Zaragoza. Y empezaron a destaparse los problemas.
Por lo pronto cuando llegó el rescate bancario la fusión tuvo que recibir
604 millones de euros de recapitalización en obligaciones convertibles, que
ahora tienen que devolver, especialmente si se sustancian las denuncias de
prácticas irregulares. El total de dinero público aportado superó el doble de
esa cifra, hasta unos 1350 millones.
La burbuja inmobiliaria le estalló, como a tantas otras entidades, dejando
un ingente patrimonio en ladrillo inmovilizado. 3000 viviendas y locales puso
el rebautizado Ceiss a la venta en 2011. Algunas promociones quedaron sin
terminar y el agujero se agrandó.
Por otro lado empezaron a cerrarse oficinas, se produjeron prejubilaciones
y traslados y se acordó un Ere de 850 trabajadores y trabajadoras. Poco a poco
desaparecieron todas las sucursales hasta quedar solo una en Zaragoza.
Todo este proceso tuvo lugar en apenas cinco años y discurrió en paralelo a
la compra de la entidad por parte de la andaluza Unicaja, que se concretó en
2013, aunque la compradora prefirió no hacer una fusión pues los problemas se
iban haciendo patentes.
De hecho con el tiempo dichos problemas se han sustanciado en importantes
pérdidas. En 2016 la entidad perdió 25,78 millones, más de un 150% por encima
de las pérdidas de 2015, y nada apunta a que la situación vaya a mejorar.
En todo este camino si ha habido un perdedor han sido los clientes.
Como en el ya conocido caso de la CAI, muchas personas habían depositado su
confianza en una caja resultado de diversas fusiones entre cajas castellanas
que remontaban su actividad incluso a mediados del XIX. La entidad daba una
imagen de solvencia.
Sin embargo en un tiempo se han encontrado con que su dinero está en un
banco que arroja pérdidas, que no es sino una marca de otro banco y que sólo
tienen una sucursal a la que acudir a pedir explicaciones.
Explicaciones por asuntos tan serios como las cláusulas suelo que había
fijado Caja España para sus hipotecas y que han afectado a cientos de
aragoneses. O por los desahucios que provocan los créditos concedidos en
condiciones temerarias. Esta situación ha provocado varias movilizaciones como
la ocupación pacífica de la sucursal por miembros de Stop Desahucios en
Zaragoza en 2014.
Además en el caso de las hipotecas lo común es que las hipotecadas tengan
que mantener cuenta y diversos seguros con la entidad, con lo cual quedan
obligadas con el banco por décadas.
El banco también se ha visto envuelto en el fraude de las conocidas
popularmente como preferentes. Productos subordinados suscritos de por vida,
que llegaron a un proceso judicial en el que la organización Adicae representa
a 350 afectados en un juicio a nivel estatal.
La clientela no ha recibido muchas explicaciones y el banco, pese a estar
obligado, todavía no ha habilitado mecanismos para devolver las cláusulas suelo
y el tema de las preferentes sigue pendiente de resolución.
Sobre el cómo se llegó a la situación actual los pecados de la caja son los
mismos de tantas otras. Se asumieron operaciones de muy alto riesgo como en la
zona del Augusta golf bilbilitano en que la Sareb, popularmente conocida como
banco malo, tuvo que hacerse cargo de liquidar los unifamiliares sobrantes para
evitar su deterioro. Lo mismo sucedió con viviendas en otros puntos de Aragón,
especialmente en Zaragoza y su entorno.
También se concedieron préstamos en lo que se conoce como capitalismo de
amiguetes. Se prestaba a intereses muy ventajosos y sin avales claros a
miembros de la propia caja o afines. Solo los 9 casos que se investigan ahora
arrojan un montante de 120 millones de euros.
No faltaron las injerencias políticas. No es ningún secreto la cercanía al
PP de muchos ex-consejeros de Caja España/Duero.
A ello se suma la falta de controles adecuados. Era totalmente irregular
que el presidente de la caja fuera moroso al mismo tiempo, sin embargo
permaneció varios años en el cargo siéndolo y continuó como consejero. Las
operaciones más arriesgadas y por montantes realmente altos tampoco fueron
correctamente evaluadas.
El futuro que espera al banco no parece muy halagüeño. Arrojando pérdidas
durante varios ejercicios pese a la capitalización estatal lo más probable es
que termine desapareciendo, como ya ha sucedido con varias decenas de cajas en
los últimos años.
Por otro lado la tendencia general es a la creación de un oligopolio
bancario. En la práctica cada vez son menos los miembros del selecto club de la
banca y de la función social que en otro tiempo tuvieron las cajas no queda más
que el recuerdo.
El caso de Caja España-Duero será uno más, que se sumará a la larga lista
de irregularidades de la banca española, pero por desgracia también quedará
como muestra de una evidente falta de control institucional para la que se
llega demasiado tarde.
Fuente: AraInfo