Los ancianos, con una hija discapacitada e inválida, ahorraban para poder asegurarse su ingreso en una residencia
El matrimonio durante el juicio celebrado ayer en la capital. Foto Emilio Fraile
SUSANA ARIZAGA "Guarda pan para mayo y leña para abril, que no sabes el tiempo que te va a venir". El dicho popular ha presidido siempre la vida de los dos ancianos -él de 82 años y ella de 83 años- que vieron volatizarse los 100.000 euros invertidos en preferentes en 2004 y renovados en 2009 en Caja España. El matrimonio zamorano -descendientes de Moraleja del Vino-, con una hija de 51 años, con una invalidez del 93% y en silla de ruedas, esperaba ayer desolado el inicio del juicio contra Ceiss en el Juzgado número 6 de la capital. "Siempre trabajando" para asegurarse una vejez sin sobresaltos, "él haciendo caminos y carreteras y yo fregando de casa en casa", ahorrando "como las hormigas para ir a una residencia. Ni un veraneo", lamentaba la mujer sin dejar de llorar, apoyada en su cacha. "Esta se pasa el día así, llorando. Yo no. ¡Hay que tomarlo de otro modo!", le insiste el marido, que arremete contra los banqueros, "son una epidemia en España, huelen el dinero como un animal cuando huele el pienso". El hombre -que sufrió un ictus hace poco por este trance "y ha perdido mucha capacidad", dice su esposa- cuenta cómo en 2004, cuando cumplía un producto en el que tenían 98.000 euros, el director de una céntrica oficina de Ceiss "me dijo "mira, ha salido una cosa muy buena" y nos faltaban 2.000 euros para que fueran 100.000, los saqué de otro sitio para completar números redondos y ya ve qué plan, menudo pastel nos han dejado".
La confianza en el responsable de la sucursal, que dijo no tener la certeza de que se hubiera ocupado personalmente del asunto, ni de la renovación del contrato hasta 2009, era "absoluta", explicó el abogado de los ancianos durante el juicio y admitió el propio empleado de Ceiss. "Han sido siempre clientes" de su oficina desde que se instalaron en la capital y se conocieron "hace 14 años" cuando estuvo destinado en la de Moraleja del Vino. La relación fraguada a lo largo de años justifica que "comentaban habitualmente conmigo" los productos a elegir para invertir sus ahorros. "Confiábamos en él", declaraban los dos ancianos minutos antes de entrar en sala. Tanto que conoce sus cuentas, confirmó el director de Ceiss a preguntas del abogado de los demandantes, Gregorio Garrido. De hecho, "la mayoría de los productos" que adquieren, salvo estas preferentes, "son depósitos a plazo fijo", declaró. En su sucursal les hacían hasta la declaración de la renta. El trabajador describió un perfil "de ahorrador" al referirse a la pareja, "el único producto de riesgo que tienen son las preferentes", concretó ayer en el juicio. No pudo precisar "si cuando acudieron" a realizar la inversión "se siguió el protocolo" adecuado. Es decir, si se informó a los demandantes sobre las peculiaridades de un producto que resultó ser "complejo, de riesgo elevado y no aconsejable para minoristas, que no es para cualquiera y menos para ahorradores", subrayó Garrido.
"Ni tiempo para pensar"
El letrado incidió en sus conclusiones en que al matrimonio "nunca les han gustado los riesgos", como demuestra el que todo su dinero lo tengan a plazo fijo o en depósitos, porque su propósito está "muy lejos de lucrarse", solo persiguen ahorrar. Aludió a la falta de información sobre el producto, que acredita el que únicamente existe "la orden de compra, firmada solo por el marido", cuando las entidades financieras exigen para otro tipo de operaciones la firma del matrimonio. Además, acusó a la entidad de no facilitarles "ni contrato ni tríptico informativo", "ni tiempo para pensárselo" antes de decidir.
La abogada del Ceiss se remitió al producto adquirido en 1999, similar a las preferentes, aunque no perpetuas, para defender que los clientes conocían el producto. "No existe error" en el contrato de preferentes porque "se hizo a los cinco años del anterior", concluyó.
Fuente de datos: laopiniondezamora.com
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