martes, 14 de abril de 2015

"Cacas" de ahorro

no fue la política, en sentido estricto, la que se cargó las cajas de ahorro. Fue el partidismo. Lo que acabó con ellas fue el afán de los partidos por poner a sus servicio la potencia financiera de aquellas entidades que tanto queríamos y que tan bien nos venían. En Castilla y León, el PP se lo pasó pipa apoderándose sin disimulo de las nuestras. No niego que con el PSOE y algunas otras entidades (como los sindicatos, ay) igualmente felices, con tal de que se les hiciera partícipes del botín. Pero el jefe, el que repartía, el que hizo y deshizo a su antojo, fue el omnipresente e insaciable PP. Aún recordarán muchos aquel cambio de normativa que el PP se sacó de la manga -o de sus competencias legislativas autonómicas-, para reforzar al límite su control sobre esas entidades. Parecía una partida de Monopoly. Nos decían: 


-Vamos a reforzar el control de la sociedad sobre las cajas. 

Y después definían sociedad: la Junta de Castilla y León (dominada por el PP), los ayuntamientos (dominados por el PP), las diputaciones (dominadas por el PP), las entidades de interés general (dominadas siempre por alguna de esas instituciones y por tanto por el PP) y los impositores (que misteriosamente también estaban dominados siempre por el PP, a juzgar por los resultados). No sé si habré olvidado alguna otra de las representaciones de la sociedad que inventaba el PP y que siempre, vaya por Dios, resultaban estar dominadas por él. 

De esa forma se logró un control absoluto de las cajas de esta comunidad. El PSOE, ya digo, tampoco es que protestara. Donde pudo, como en Andalucía, hizo lo mismo. Y donde no, como aquí, se conformaba con que le dejaran sustanciosas migajas. El inefable, inquietante y oscuro Tomás Villanueva, en aquella época jefazo indiscutible de la Economía regional, no paraba de alardear sobre su control del "músculo financiero" de la comunidad. Y tampoco paró (él y su presidente, el no menos inefable Herrera) de alentar sucesivas fusiones de cajas para formar una única que pudiese competir, decían, en un mercado cada vez más globalizado. 

Las hemerotecas atestiguan que algunos alertábamos en contra de aquel fenómeno. Uno, humildemente, siempre defendió que también en lo financiero "menos es más"; y que una caja pequeña, pegada al terreno, a su gente, puede hacer un gran papel y ser más sólida que una cien veces mayor, pero ajena a su entorno. Fue inútil. Una cajita eficiente y saneada, como la de Zamora, fue obligada, con otras, a crear un "frankenstein" llamado Caja España que nunca se consolidó. Entre otras cosas, porque cuando digería la fusión fue obligada a fusionarse otra vez con un gigante similar, Caja Duero. Y cuando esa nueva fusión de fusiones se reveló indigesta, pésimamente gestionada y podrida por la injerencia partidista/empresarial del PP, nos quedamos como estamos hoy: sin cajas propias, con sus restos simulando ser bancos (que jamás lo serán y acabarán engullidos por los bancos privados) y con los responsables del desastre haciéndose los "longuis". 

-Lo importante es que nuestras cajas no han desaparecido como otras, y ahí están, sobreviviendo, aunque sea en la panza de otra megacaja andaluza. 

Ese dislate es lo que se oye ahora desde la muy culpable Junta de Castilla y León, y es el que también le he oído al imputado Maíllo, don Fernando Martínez, para justificar su "inocencia" en el desastre de la que quiso ser gran caja regional y fue solo nuestra mayor "Caca" de Ahorros. Pues no. Lo importante es que se cargaron nuestros cajas, empezando por la de Zamora; las arruinaron y las pusieron en manos de incompetentes redomados. No soy quién para señalar posibles responsabilidades judiciales: allá la Justicia o lo que queda de ella. Pero la responsabilidad política es evidente. Y si este no fuera un país gobernado por irresponsables, hace tiempo que deberían de haberse ido a su casa todos los políticos que tuvieron algo que ver con la gestión o el control de las Cajas de Ahorro. En Zamora, claro, ya no habría PP. Ni en Castilla y León. Pero así es como son: hagan lo que hagan, nunca se irán. Por eso hay que echarlos. Y recuperar la política sana, tras tanto y tan demencial partidismo. 

(*) Secretario General de 

Podemos Zamora

Fuente: laopiniondezamora.es

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