jueves, 30 de abril de 2015

Huracán a la vista

Hoy se cumplen cien años del primer viaje ferroviario entre Medina de Rioseco y Palanquinos, cubierto por un tren enseguida bautizado como pollino. Cuatro horas y cuarto tardó en recorrer los 92 kilómetros sin apenas accidentes. Dos años de obras prepararon el terreno, acondicionado con trece estaciones, varios puentes y un apeadero, para un servicio que pervivió 54 años. Había sido un proyecto del merinista Demetrio Alonso Castrillo, quien alcanzó a verlo cruzar el Cea en Valderas, que era su pueblo, un año antes de morir. Don Demetrio adornó a Valderas con un abanico de comunicaciones sin igual: el tren y siete carreteras. Un cacique de los de antes.

Conviene la efeméride en estos días de precampaña. Un tramo primaveral que vamos sorteando con más sofocos y tropiezos de los habituales. De hecho, algunos síntomas apuntan más al contagio que a un resfriado rutinario. Y eso, sin olvidar los azotes que vienen de fuera, y a menudo de rebote, como el archivo de la causa contra las cúpulas de Caja España y Duero por la engañifa de las preferentes. El juez Eloy Velasco, que fue durante ocho años alto cargo popular en el gobierno valenciano con Zaplana y Camps, ha sintonizado con la tesis de que las preferentes fueron un clamor de la clientela, que porfiaba por ellas, y no un truco para aparentar solvencia. Lo malo, en este caso, al margen del pase que les dé en Madrid el juez de la Púnica, es la elocuencia de los juzgados cercanos, que han ido reponiendo caso a caso los despojos, en proporciones que no permiten dudar sobre la naturaleza del invento. Tampoco ha debido de mirar las actas de los consejos, porque ya en noviembre de 2011, cuando todavía era factible reparar la avería, se plantea su canje inmediato por depósitos a plazo fijo.

¿Por qué no se llevó a cabo la permuta? Muy sencillo: urgencia en las necesidades de capital. Y las preferentes tenían esa condición. En realidad, hay un motivo oscuro, que hizo inviable el arreglo en ese momento. La entidad Caja España había comprado en bolsa títulos de Fomento de Construcciones y Contratas por importe de 140 millones de euros, en 2008, ya metidos de hoz y coz en la crisis. Y unos meses antes de aquel noviembre de 2011, los acababa de vender con un quebranto de 70 millones de euros. Sin responsables, por supuesto, porque al parecer directivos y consejeros no estaban allí para eso.

No quiero encenderme con estos trajines raposeros que humillaron a tanta gente de buena fe. Paisanos nuestros que pensaban que al gobierno de las cajas iban los mejores para servir al bien común. Con el aval de organizaciones políticas y sociales a las que entregan su voto cada cuatro años. De momento, han recibido bofetada tras bofetada, año tras año, sin obtener siquiera una disculpa de partidos, organizaciones profesionales y sindicatos. Ni siquiera ahora, cuando estamos a punto de entrar de nuevo en campaña. Tampoco pinta mejor al carbón, ahora que el cenizo Soria ve cómo el chapapote enguarra las playas canarias. Su acreditada incapacidad en la gestión de la minería se traduce ahora en una vuelta más de asfixia. Los recortes a la compra de carbón para las térmicas se suman al recorte por la mitad a las eléctricas de la ayuda para adaptar sus centrales a las exigencias europeas. El rumor de los enredos eólicos no ceja, sino que arrecia. Se anuncia un huracán inmediato.

Fuente: diariodeleon.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario