La integración del Banco CEISS en Unicaja es ya una realidad a falta sólo de la rúbrica que sellará tres años de intensas negociaciones y exhaustivos análisis. Con esta operación Unicaja se convertirá en la séptima entidad del país por activos, con 78.000 millones de euros. Los 1.281.000 millones del Santander, los 633.000 del BBVA, los 333.400 millones de Caixabank o los 161.400 millones del Banco Sabadell sirven así de referencia para calibrar de verdad la nueva dimensión de la entidad que preside Braulio Medel. Unicaja Banco gana cuerpo con esta absorción, aunque más grasa que músculo, y también algún dolor crónico de cabeza por el alto número de preferentistas de CEISS. Y es que hoy los clientes de las reconvertidas cajas de ahorro ya no son ni tan inocentes ni tan complacientes como antaño, cuando se fiaban del director de la oficina como de su madre. Ahora protestan, se agrupan y reclaman. Ha pasado con los afectados por las preferentes y está pasando con los miles de clientes con cláusulas suelo, otro dolor, esta vez como una hernia en las cervicales, para Unicaja.
Unicaja se zampa a CEISS consciente de que tiene cierto riesgo de indigestión. Medel ya se encargó con su conocida perseverancia de que el Banco de España y Europa se encargaran de limpiar todo el riesgo tóxico, pero no se pueden descartar algunas humedades que, como en los hogares, aparecen cuando menos se esperan. Casi siempre en el peor momento. Es cierto que Medel sale pública y políticamente reforzado de esta gestión, magnificando si cabe sus cualidades de negociador irreductible y paciente, de conservador y enemigo del riesgo, como ese jugador de mus que no juega a chicas, pero tampoco a la grande. Sin derrotas, pero tampoco con victorias sonadas. Lo que popularmente se conoce como un amarrategui. Durante estos últimos años la competencia de Unicaja ha movido ficha, hasta el punto de dejarle demasiadas ventanas abiertas a otras entidades como Caixabank, la antigua Caixa. Y también ha sufrido fuga de talentos, primero con Miguel Ángel Cabello y dicen que en un futuro Ángel Rodríguez.
Me decía esta semana un agricultor que el mayor problema hoy día para las empresas es ser demasiado grande para ser pequeño y demasiado pequeño para ser grande. Y eso es el riesgo que corre Unicaja: quedarse en terreno de nadie. Y más aún cuando en 2016 salga a bolsa y entonces se convierta en un bocado apetecible para los grandes de verdad.
Pero mientras eso llega, Unicaja vive su semana de gloria en vísperas de la Pasión. De elogio en elogio, merecidos unos y exagerados otros. Pero elogios. Uno, que tiende a nadar a contracorriente en muchos asuntos, lamenta en medio de toda esta euforia financiera colectiva el poco caso, por no decir ninguno, que se le presta al desmoronamiento de la Obra Social de Unicaja. Sorprende, la verdad, que ni Izquierda Unida ni el PSOE ni el PP hayan levantado la voz para llamar la atención sobre la puesta en venta o el cierre de hogares de mayores, centros sociales, guarderías, colegios mayores y otras actividades benefactoras. Que ni los representantes políticos sentados en los sillones del consejo ni los propios partidos se sensibilicen por este asunto debe ser o porque no se atreven o porque no les interesa o porque tienen la barriga llena. Sería estupendo que ahora que Medel se halla en su recta final profesional, una vez que se ha acogido voluntariamente a la jubilación activa, utilizara el enorme talento que atesora para dejar un legado sólido con futuro. Que se le reconozca por lo que Unicaja puede llegar a ser y no por lo que Unicaja ha sido o por lo que fue. Eso sería el verdadero liderazgo. Veremos.
Fuente de datos: sur.es
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