martes, 7 de octubre de 2014

El gran despilfarro

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Rodrigo Rato, expresidente de Bankia, devolvió los 54.800 euros gastados mediante una tarjeta black de Bankia en dos años. Pero no los 42.200 de Caja Madrid.Gtres

¿Por qué una caja de ahorros sevillana necesita un rascacielos de 178 metros? ¿No está reñido con la ética gastar más de 300 millones de euros (públicos) en un país quebrado por la crisis? Una crisis propiciada por la burbuja inmobiliaria que, al estallar, se llevó consigo la estabilidad del sistema financiero. Cajasol asegura que provisionó el dinero necesario para levantar su torre antes de recibir 1.000 de euros del FROB para su proceso de integración en Banca Cívica. Y Banca Cívica –resultado de la fusión de Caja Navarra, Cajasol, Caja Burgos y Caja Canarias– fue absorbida por Caixa Bank al no poder cumplir con los requisitos de solvencia exigidos por el Estado.

Donde los economistas y analistas financieros leen “proceso de concentración” o de “reestructuración” que viene experimentando la banca pública española durante los últimos años,lo que muchos contribuyentes entienden es hemorragia de dinero público. Desde mayo de 2009, la transfusión de ayudas financieras públicas para la recapitalización de entidades de ahorro asciende a 61.495 millones de euros. Se ha recuperado un 4 % solamente –las cifras son del Banco de España– y según admite el FROB, hay casi 37.000 millones irrecuperables. Si sumamos que el Estado ha avalado emisiones de deuda de las entidades por valor de 32.086 millones, las ayudas superan los 100.000 millones de euros.

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Preferentistas que han visto cómo desaparecían sus ahorros, piden prisión para Miguel Blesa.Cordon Press

Con un panorama financiero cuya mejor analogía es un sumidero de euros en billetes de 500, indigna especialmente el latrocinio al que han sido sometidas muchas de las cajas de ahorro españolas. Un saqueo que se aúpa sobre tres patas: despilfarro, mala gestión y delito. El caso más reciente, el affaire de las tarjetas opacas de Caja Madrid ya ha provocado ocho ceses y dimisiones. Un total de 86 directivos (Miguel Blesa, Rodrigo Rato y Virgilio Zapatero, entre los más conocidos) que cargaron todo tipo de gastos privados a tarjetas facilitadas por la entidad y sin responsabilidades ante Hacienda. 28 de ellos continuaron haciéndolo cuando ya ni siquiera trabajaban para Caja Madrid. La cifra total asciende a 15,25 millones de euros entre 1999 y 2012.

Por el momento, pese a lo escandaloso del asunto, todos los directivos que se han pronunciado coinciden: actuaban sin salirse de la legalidad. Pablo Abejas, director de general de Economía de la Comunidad de Madrid hasta el pasado viernes, ha definido ese dispendio como una “práctica habitual” de las grandes corporaciones bancarias que si fuese calificada como delito, conllevaría “encerrar a todos los directivos de España”. Veremos si Abejas tiene razón. Por el momento, el juez Fernando Andreu ha remitido toda la documentación a peritos de Hacienda para analizar si los directivos pudieron cometer algún delito. Según el Sindicato de Técnicos de Hacienda (Gestha) existiría delito fiscal si se demuestra que eran remuneraciones no declaradas, Caja Madrid no ingresó las retenciones en la Agencia Tributaria y el gasto superó los 120.000 por directivo y año. Difícil. Otra vía es la de apropiación indebida con que especula el fiscal jefe de Anticorrupción, Antonio Salinas.

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La entidad andaluza pagó un viaje de 15 días a Nueva York a 50 directivos más sus parejas. Fue en 2009.Cordon Press

El asunto de las tarjetas black es uno más de los muchos ejemplos del despilfarro de los últimos años en la gestión de las cajas de ahorros. Y quizá de algo más grave. Delitos societarios, falsificación, maquinación para alterar el precio de las cosas, falsedad en la información económico financiera… 15 de los consejeros que participaron en la integración de Banca Cívica fueron examinados por el juez Eloy Velasco de la Audiencia Nacional a instancias de una querella interpuesta por UPyD en marzo de 2013. En junio de este año Velasco archivó finalmente la causa. Otros banqueros sí han sido imputados y procesados. Uno de los casos más paradigmáticos es el de la CAM: el juez Gómez Bermúdez impuso una fianza de 35 millones de euros a toda su cúpula directiva por el presunto falseamiento de las cuentas de la entidad para adjudicarse remuneraciones más altas a las permitidas por la ley. Que ya son altas. Roberto López Abad, director de la CAM entre 2001 y 2010, también está imputado en otras dos causas, el caso Valfensal y el de las operaciones de la CAM en el Caribe. Su sucesora, Mª Dolores Amorós, se adjudicó una pensión vitalicia de 370.000 euros anuales. Hasta 180 consejeros (tenía consejo en Valencia, Alicante y Murcia) cobraban de una caja que tenía barco de regatas. Un capricho en cuyo equipo se llegaron a invertir 1,5 millones anuales y 150.000 euros en una sola semana para gastos de velamen. La caja alicantina quería ser la más moderna del país. ¿Por qué no? Invirtió (o dilapidó, según se mire) 100 millones de euros en el sistema informático Alnova de IBM más otros 300.000 anuales en mantenimiento y asesoría. El pasado viernes, el fiscal Anticorrupción solicitó la imputación de 18 de sus exdirectivos.

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Caixa Galicia pagó en 2007 por la isla de Sálvora, frente a la ría de Arousa, 8,5 millones de euros. Google

El sacerdote Miguel Castillejo –al que apodaban en Córdoba fray Langostino por su afición al marisco–, consideró oportuno retirarse con pensión anual de 250.000 euros. Durante 30 años fue presidente de Cajasur, entidad con fuerte participación de la Iglesia. La entidad agasajaba a sus directivos con viajes como aquel de 2009, en que 50 directivos y sus parejas disfrutaron de la famosa Semana Santa neoyorquina. Quince días a gastos pagados. Lo mismo hacía Caixa Galicia: Alemania, Francia, EE. UU. o Brasil fueron algunos de los destinos. Y si la CAM tenía un barco, la caja gallega no iba a ser menos: en 2007 compró la isla de Sálvora por 8,5 millones de euros. No acaba de encajarnos esto con ninguna finalidad social. Su vecina NovaCaixaGalicia llegaba a comprar tres billetes en businesspara que el ejecutivo pudiese escoger el que mejor le conviniesetras un viaje de negocios, según desvelaba en 2011 el diario Público. Multipliquen unos 1.400 euros por cientos de viajes al año y tendrán una pista de por qué en 2012 necesitó una inyección de 9.000 millones de dinero público, dos años después de fusionarse con Caixa Galicia. También eran proclives al viaje los directivos de Caja Madrid, aunque si se desplazaban a Miami, podían pernoctar en una villa de lujo propiedad de la entidad. Caja España-Duero, que gastó en tres meses 21.000 euros en taxis para sus 34 consejeros,  permitió que una de ellos, la malograda política leonesaa Isabel Carrasco, le pasara hasta 20.000 kilómetros en dietas.

Ante semejante espectáculo de derroche del dinero ajeno, hoy pueden parecernos casi ridículas las cajas de habanos y de bombones con que a principios de los noventa el entonces presidente de Caja Madrid, Miguel Terceiro, obsequiaba a sus consejeros en la reunión mensual. Una aparente austeridad que contrastó creando, precisamente, las tarjetas black. No lo afirmamos nosotros. Se lo ha dicho Pablo Abejas al diario El País.

Fuente de datos: revistavanityfair.es

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