viernes, 9 de enero de 2015

La situación de las preferentes, seis años después


Manifestación de afectados por la venta de preferentes
Nadie duda de que el problema de las preferentes en España tuvo su auge en el 2008. La quiebra de Lehman Brothers provocó el hundimiento de la banca mundial y fue entonces cuando comenzó el desastre. Casi todas las grandes entidades norteamericanas y europeas comenzaron a ser nacionalizadas. En medio de un derrumbe histórico de las bolsas, ampliar capital en mercado era casi imposible. Las cajas de ahorros directamente no podían hacerlo porque no tenían acciones. El Gobierno, por entonces dirigido por José Luis Rodríguez Zapatero, no procedió a inyectar dinero público a los bancos. Por tanto, algo había que hacer.

¿La solución por la que optaron? Vender participaciones preferentes. ¿A quién? A clientes minoristas, no a inversores institucionales (como tenía que haber sido). ¿Por qué? Porque se les podía ofrecer una alta rentabilidad por el dinero (del 7 u 8%) para que prestaran el dinero, pero mucho menor de la que podrían exigir los clientes institucionales por comprar estos títulos. ¿Cómo se hizo? Ocultando a los clientes los riesgos del producto y lo mucho que podía perder con esa compra.

En medio de toda esta situación, los organismos reguladores, a juicio de Arriaga Asociados, no tuvieron un adecuado comportamiento. El Banco de España, gobernado en ese momento por Miguel Ángel Fernández Ordóñez se mostró partidario de que las bancos se recapitalizaran. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que presidía Julio Segura, decidió advertir de los riesgos del producto, pero cuando los bancos habían colocado ya sus emisiones.

Pero es que de poco sirvió esa advertencia, porque las entidades no hicieron ningún caso a Segura y siguieron colocando preferentes. Y entonces llegó el problema de las preferentes a su auge: la colocación de 3.000 millones de Caja Madrid (ahora Bankia), la mayor de la historia para minoristas. La CNMV obliga a la entidad a poner en el folleto que "no puede asegurarse que la contraprestación ofrecida a los suscriptores del producto incorpore adecuadamente todas las variables a considerar en la valoración de una emisión de esta naturaleza". Pero, ¿qué clientes leyeron ese folleto, cuando fueron los comerciales de las oficinas bancarias los que ofrecían el producto diciendo que era un plazo fijo?

El problema comenzó a agudizarse. Una vez que están todas las preferentes vendidas, el sistema financiero se hunde totalmente y se acomete una reforma financiera detrás de otra: el FROB1, el FROB2, los SIP (fusiones frías), el aumento de requisitos de capital, el auge inmobiliario, las intervenciones de Caja Sur, Caja de Ahorros del Mediterráneo, Banco de Valencia, la OPV de Bankia y Banca Cívica, las nacionalizaciones de Nova Galicia, Catalunya Caixa, Unnim y, ya en mayo de 2012, la propia Bankia. Todo ello acaba con la petición de un rescate a Bruselas en junio del 2012 por valor de más de 40.000 millones de euros. Pero a esto, aún habría que añadir varias cosas más:

-La pérdida de los ahorros de miles de personas afectadas por la compra de estas preferentes.

-La recompra que Bancaja y Caja Madrid (Bankia) hicieron de las preferentes a sus clientes VIP para vendérselas a los menos VIP a un precio muy superior al de mercado, para que los primeros no perdieran a costa de los segundos.

-El canje de las preferentes por acciones, que a finales de 2011, los bancos hacen a los clientes que las compraron en 2009. Estas quitas fueron de media del 38% en Bankia, del 43% en Nova Galicia, del 61% en Catalunya Caixa y del 90% en Banco Valencia. Y encima, al canjearlas por acciones, supuso pérdidas adicionales: en el caso de Bankia por la presumible caída en bolsa de los títulos después del canje; en los otros dos bancos, como no cotizaban, los afectados sufrieron una quita adicional a cambio de que el Fondo de Garantía de Depósitos les diera liquidez.

La vía del arbitraje: insuficiente para algunas personas porque sólo pudieron acceder a él aquellas personas a las que los bancos reconocían que había habido una mala praxis en la comercialización.

¿Cuál es, por tanto, la situación de las preferentes seis años después de su aparición? Por una parte, los juzgados de toda España llenos de demandas porque los afectados han visto que en la vía judicial pueden recuperar su dinero. Y, por otra, cada vez más sentencias a su favor porque la Justicia está reconociendo la mala comercialización de este producto, quizá la más preocupante de la historia financiera española.

Fuente de datos: abc.es

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