Pero hay un problema. Tal como está el mercado, gente como Goldman Sachs o Merrill Lynch tienen que pagar el 13% de interés para colocarlas entre inversores institucionales. Los bancos españoles no quieren asumir esos costes por el fuerte impacto que tendría en sus resultados. Por tanto, hay que vendérselas a alguien que no pida tanto porque desconozca el producto. ¿A quién? Pues al cliente minorista de la red. Es proverbial la capacidad de la banca española para colocar lo que sea en sus redes -incluso acciones de Terra o cuotas participativas de la CAM- y, como dijo un veterano periodista hace mucho, "el minorista se lo traga todo".
MAFO: reforzar el capital como sea
A alguno le escama tanta rentabilidad por un producto similar a un depósito. "¿Pero esto no tendrá riesgo?". El director de oficina le tranquiliza: "En absoluto, puede estar usted tranquilo. Bueno, hombre, si quiebra el banco/la caja... pero tendría que acabarse el mundo para que eso pasara, con lo solventes que somos. Y si pasa, le va a dar igual estar en preferentes que en cualquier otra cosa". Cuenta con la ventaja imbatible de la confianza ciega que tiene la mayoría de los clientes en él para que le guíe en el complejo mundo de las finanzas. Así que el cliente firma. Y él añade unos cuantos euros más a su bonus, ligado al volumen que coloque de preferentes.
La CNMV, tarde, mal y nunca
Ante esta situación, la CNMV que preside Julio Segura decide por fin tomar cartas en el asunto. En abril cuelga en su página web una advertencia en la que alerta de este sobreprecio y de los demás riesgos de estos productos: "Se trata de un instrumento complejo y de riesgo elevado que puede generar rentabilidad, pero también pérdidas en el capital invertido". Además, "tienen carácter perpetuo y su rentabilidad, generalmente de carácter variable, no está garantizada". Y para rematarlo, "su liquidez es limitada, por lo que no siempre es fácil deshacer la inversión". A buenas horas, cuando casi todo el mundo ha colocado ya sus emisiones.
Aparte de la escasa claridad de este lenguaje políticamente correcto para avisar a los ahorradores de que les están vendiendo duros a seis pesetas, ¿cuántos clientes que compran unas preferentes porque se las venden en su oficina como alternativa a un depósito se leen el folleto registrado en la CNMV? Ninguno. Pero la CNMV no se atreve a llegar más lejos, aunque podría negar el visto bueno a estos folletos e impedir su comercialización. La crisis bancaria ha comenzado y es más urgente que nunca recapitalizar las entidades para el Banco de España. El ministro de Economía, Pedro Solbes, está de salida y este asunto le resbala: dimite en abril. Su sucesora, Elena Salgado, se dedica a anunciar "brotes verdes".
El edificio se viene abajo
Una vez que están todas las preferentes vendidas, el sistema financiero se viene abajodefinitivamente y se acomete una reforma financiera detrás de otra, todas igual de inservibles: el FROB1, el FROB2, los SIP (fusiones frías), las fusiones calientes, el aumento de requisitos de capital, el striptease de las exposición inmobiliaria, las intervenciones de CajaSur, CAM y Banco de Valencia, las OPV de Bankia y Banca Cívica, las nacionalizaciones de NovaGalicia, CatalunyaCaixa, Unnim y, ya en mayo de 2012, la propia Bankia, las subastas con garantías estratosféricas, la destitución de los responsables de las cajas quebradas -con indemnizaciones millonarias-, los Decretos de Guindos para provisionar el ladrillo, etc. Todo ello culmina en la petición de rescate a Bruselas en junio del año pasado por 100.000 millones, que finalmente se quedan en 40.000... de momento.
Cuando ya están en caída libre, algunas entidades llegan aún más lejos y montan un mercadillo de preferentes para recomprárselas a sus clientes VIP y vendérselas a los menos VIP a un precio muy superior al de mercado, para que los primeros no pierdan a costa de los segundos. Se trata de Bancaja y Caja Madrid (Bankia), según un informe de la CNMV que ha revelado esta semana el periódico Expansión. Hechos de 2010 que se descubren en 2013. La CNMV sigue a lo suyo.
Lo más patético de todo es que las nuevas normas de solvencia impulsadas por el G20 decretan que sólo cuenta el capital de mayor calidad (el core capital), es decir, las acciones puras y duras. Dicho de otra forma: las preferentes españolas no valen para nada. A finales de 2011, los bancos sanos se lanzan a canjearlas por acciones a los clientes que las compraron en 2009. Éstos, que ya saben que sus títulos son ilíquidos y que si los venden en mercado pierden hasta la camisa, acuden masivamente a los canjes. Esta vez sí se tiene más cuidado y se ofrecen condiciones que permiten recuperar la inversión inicial, o casi. Pero claro, está el riesgo bursátil: los que mantienen esas acciones en vez de venderlas inmediatamente pierden bastante por la caída masiva de los bancos en bolsa en 2012.
Compartir la carga de la quiebra
El problema está en la banca nacionalizada. Entre las contrapartidas del rescate, Bruselas impone que los tenedores de instrumentos de capital, como las preferentes y subordinada,compartan la carga de las pérdidas para reducir la factura del contribuyente. Es la normativa de ayudas de Estado y la Comisión Europea no tiene la culpa de que en España se vendieran a particulares. "Ése es vuestro problema", dice Almunia, y se lava las manos. Eso significa que las entidades no pueden recomprarlas a la par. Tienen que aplicar quitas, que son de media del 38% en Bankia, del 43% en NovaGalicia, del 61% en CatalunyaCaixa y del 90% en Banco Valencia. Y encima canjearlas por acciones. Esto supone pérdidas adicionales: en el caso de Bankia por la presumible caída en bolsa de los títulos después del canje; en los otros dos, como no cotizan, sufrirán una quita adicional a cambio de que el Fondo de Garantía de Depósitos les dé liquidez.
Y hasta aquí la historia del mayor escándalo financiero vivido en España. Pero esto no ha terminado. Continuará.
Fuente de datos: el confidencial.com
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